lunes, 22 de junio de 2009

Existe Genialidad en la Abstracción Pictórica? Caso Marla Olmstead

Quiero iniciar este comentario con la siguiente frase "¿Por qué no se me ocurrió a mi?" frase que en nuestra cotidianidad solemos expresar o escuchar con frecuencia cuando por arte de magia surge aquella gran idea que tanto hemos buscado para solucionar un problema o conflicto.

En el mundo del arte y el diseño nos vemos enfrentados en muchas ocasiones a situaciones donde debemos plasmar una solución creativa, debemos producir ideas nuevas y estéticas que produzcan en el observador una sensación de agrado, de aceptación y que al final de someter esa idea al prisma contemplativo y focalizado de la crítica solo produzca un silencio afirmativo.

"¿Por qué no se me ocurrió a mi?" es sencillo decirlo pero que difícil es llegar a producir con sencillez algo que produzca ese tipo de expresiones.

El mundo del arte no se escapa de ese fenómeno humano donde la competencia, la envidia y la crítica destructiva van galopando al son del diario vivir. Somos humanos y como tal los peores depredadores de todo lo que tocamos y vemos.

El mundo avanza, las ideas se renuevan y la ciencia crece, pero la abstracción pictórica es una de las expresiones más criticadas y tal vez la menos entendida porque justamente estamos viviendo un mundo lleno de expresión gráfica donde los visual es fundamental.

En el arte abstracto no existe la referencia visual que sirva de guía para calificar la obra de buena o mala, no recurre a la representación figurativa porque se nutre de imágenes fuera del contexto natural, totalmente libres e independientes, las cuales definen su propia significación. En el arte abstracto no hay objetos reconocibles, no hay figuras ni seres porque la propuesta es una realidad distinta a la natural.

Muchas veces somos observadores del arte y ante algunas obras que observamos podemos pensar y también escuchar expresiones como "¿Eso es arte?" "Mi hija lo hace mejor" o "¿Por qué no se me ocurrió a mi?" Manifestaciones humanas llenas de enfado, incapacidad, ira y envidia y vemos que aunque pasen siglos tras siglos seguimos repitiendo historias. Con esta anécdota que voy a narrar quiero enmarcar un episodio que ocurre en pleno siglo XXI donde fácilmente se critica y se destruye.

En el siglo IV a.c. en Atenas había un escritor, científico y naturista llamado Cayo Plinio apodado Plinio el Viejo el cual con la siguiente anécdota nos ilustra la primera descripción de un cuadro abstracto donde dos pintores famosos de la época y por ciertos rivales -para no salirnos de la expresión humana- fueron los protagonistas.

Apeles de Colofón, pintor oficial de Alejandro Magno y Protógenes pintor griego admirado por su minuciosidad y complejo acabado de sus obras.

Este escrito de Plinio el Viejo nos da idea de la importancia que adquirió la práctica de la pintura en la antigüedad clásica y a él le debemos la primera descripción de un cuadro abstracto.

Según Plinio la pintura fue iniciada por el pintor Apeles (352–308 a.C. ), y continuó con ella Protógenes para luego ser concluida por el primero. Cuenta Plinio que, cuando Apeles desembarcó en Rodas, lo primero que hizo fue dirigirse al estudio del pintor Protógenes porque estaba deseoso de conocer su obra. Fue atendido por una criada quien le dijo que Protógenes no se encontraba en el momento y preguntó a su vez “¿quién le digo que ha preguntado por él?” Apeles, al ver un enorme cuadro apoyado sobre un caballete se dirigió a él, tomó un pincel y le dijo “Dígale que vino a buscarlo ésta persona” mientras trazaba por el cuadro una línea de color sumamente fina.

Al volver Protógenes, la criada le contó lo que había pasado. Dicen que el artista, tan pronto como contempló la delicadeza de la línea, dijo: “Ha venido Apeles, ningún otro es capaz de producir algo tan acabado”. A continuación, trazó él con otro color una línea aún más fina sobre la primera y, al marcharse, ordenó que, si aquel volvía, se la mostrara y añadiera que éste era a quien buscaba. Y así sucedió. Volvió Apeles y, enrojeciendo al verse superado, con un tercer color recorrió todo el cuadro con líneas, de modo que no dejó ningún espacio para un trazo más fino. Protógenes, entonces, reconociéndose vencido, bajó presuroso hasta el puerto a buscar a su huésped y se complació en trasmitir a la posteridad aquel cuadro tal como estaba, para la admiración de todos, pero especialmente de los artistas.”

Cayo Plinio añade: “De gran superficie, no contenía más que líneas que se escapaban a la vista; aparentemente vacío de contenido, en comparación con las obras maestras de otros muchos, era por esto mismo objeto de atención y más famoso que cualquier otro.”

La obra de Apeles, libre de argumentos tradicionales, exhibía valores que, probablemente, son comunes a toda obra de arte. La novedad para Plinio era únicamente la ausencia temática, pero sus valores plásticos, a juzgar por sus palabras, debieron ser apreciados por sus contemporáneos.

Hoy, siglo XXI surgen genialidades que rayan en lo increíble porque son muchos los niños que estan siendo reconocidos por su obra, la envidia, la incapacidad y la ira son las respuestas que se encuentran con gran facilidad en los medios de comunicación.

Es el caso de una preciosa niña de 7 años, Marla Olmstead, quien a su corta edad ha ganado miles de dolares americanos por sus cuadros.

Esta historia comenzó cuando un amigo de su padre que tiene una cafetería quiso colgar algunos de los cuadros de la niña y para asegurarse que nadie los comprara los valoró en USD$250 cada uno. A los pocos días todos los cuadros se vendieron y la gente acudía a la cafeteria a preguntar por mas cuadros.

Mas tarde un galerista de Nueva York llamado Anthony Brunelli, le ofreció hacer una exposición en el circuito más caro de Manhattan. La exposición se llamó “Four” (cuatro) y fue un absoluto éxito. Marla ha sido comparada con Willem de Kooning y Jackson Pollock.

Sin llegar a exageraciones, no podemos negares que las pinturas de Marla son bonitas y han causado gran admiración y aceptación tanto del público como de la critica.

Quizá sea su espontaneidad, libre de todo prejuicio académico o tal vez una serie imposible de casualidades que ponen a prueba la estética y la ley de probabilidades. Su padre asegura que no guía a su hija en ningún sentido. En determinado momento Marla le comentó a su padre que quería “apachurrar” la pintura en una parte del cuadro. La niña no paro hasta que su padre vació un bote de Ketchup y lo rellenó de pintura para que la “apachurrase”.

El cuadro se vendió por USD$5000

Desde luego ahora ya hay alguien que puede decir muchas frases odiosas como “Mi hija lo hace mejor” o “¿Por qué no se me ocurrió a mi”?

Enmarcados en este mundo sabemos que la envidia mata y a pesar de su corta edad se ve enfrentada a una serie de manifestaciones y críticas que ella no entiende, sus padres han manejado esta situación de manera inteligente y continúan apoyando a Marla y tratando de cumplir con toda una serie de compromisos y cuadros encargados. Quedan muchas preguntas que la crítica insistentemente acusa porque suponen fraude ya que expresan que su padre, un pintor aficionado es el que pinta las obras. y si asi fuera, entonces la gente que compra? cuadros que funcionan estéticamente? o solo por atender a la morbosidad de ser protagonistas de un escándalo?

Qué respuestas podemos encontrar ante este tipo de fenómenos? Yo creo que para poder entender y tener aunque sea una parte de la verdad tenemos por lo menos que haber tenido un acercamiento o contacto.

El mejor ejemplo lo podemos encontrar en el deporte. La gran mayoría hemos practicado alguno en especial, pero no todos hemos tenido la suerte o la habilidad que tienen los que han sobresalido, el solo hecho de participar, palpar y formar parte de un grupo donde todos hemos sido actores, nos otorga el derecho a polemizar inclusive a los que en un momento de introspección y análisis personal terminan aceptando su mala suerte o limitación. Experiencia buena o mala hace de cualquier practicante un hincha seguidor de una pasión .

Para entender la abstracción y valorarla debemos empezar por atender nuestra subjetividad y tratar de expresarla a través del dibujo o la pintura y en esa medida podemos entender y darnos cuenta de nuestro potencial o limitación para expresarnos dentro de un mundo estético.

En la abstracción no existen reglas ni normas, solo existe un momento donde vemos algo que no entendemos pero que es agradable a la vista y que provoca contemplación y en ella podemos encontrar paz, ideas, figuras y respuestas. En esa medida empezamos a respetar y valorar la creatividad y estoy seguro que las expresiones envidiosas de “¿Por qué no se me ocurrió a mi”? serán menos elocuentes.

Julio César Martínez

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